El boceto (sketch) es una herramienta análoga de representación donde el dibujo trasciende la perfección para dar paso a elaboraciones gráficas más ágiles y la imperfección tiende a ser el atributo del dibujante, la evidencia de su forma de ver el mundo. El ámbito académico, especialmente en arquitectura, pide rapidez de elaboración para demostrar las ideas que con palabras no se logran idealizar y, la constante práctica en elementos cotidianos como servilletas, revés de cuadernos u hojas sueltas, son los espacios que resguardan bosquejos para dar paso al uso de bitácoras; como memorias de procesos de diseño o viajes para el aprendizaje… el cual presentaré al final del artículo con el fin de estimular al lector en la práctica de este método.
Expresar una idea es una condición posible en cualquier ser humano, sirviéndose de dibujos, palabras o elaboración de figuras para hacer entendible lo que desee comunicar por medio de las manos como instrumento mediador entre el pensar y el plasmar: “en la condición del dibujo es donde el pensamiento tiene una relación directa con el hacer, con su mano, con la experiencia del cuerpo.”
El dibujo es un método de representación del arte y visto por algunos como una práctica para “virtuosos” aunque, ha dejado de perseguir la imitación de la realidad para hacer de la expresión singular una forma de hallar la esencia de las cosas, lo que los ojos no ven.
El boceto a pesar de la agilidad que se da en su aplicación, previamente requiere de la atención y el pensar del observador para acompañar el trazo mientras materializa el dibujo, fijarse en los detalles y además, sobre la posibilidad de exaltar u ocultar algún elemento. La intensidad de las líneas se dan a través de la presión sobre la hoja, fuerte en la cercanía o suave en la profundidad. [1]
Iniciar la representación de un objeto desde cero, parte de reconocer su morfología característica o idea, y conservarla a la vez de irle despojando las sombras y el exceso de elementos. Es un proceso recíproco donde los detalles apartados al inicio del esquema, regresan al final para darle importancia a lo que deseamos otorgar mayor fuerza y fijar la atención allí.
“Nuestras manos, como nos propone Martin Heidegger, son órganos para el pensamiento. En el momento en que éstas no trabajan para conocer o aprender lo hacen para pensar. Dibujar, hacer maquetas, croquizar… es un “hacer” que se convierte en una forma de “pensar” en el que manos y pensamiento quedan unidos”. [2]
Es así, pues, que el procedimiento de abstracción al bocetar es el resultado del complemento entre la mano y la mente; sirviéndose previamente de la experiencia para decantar elementos y empezar a crear. [3]
Los primeros procesos de bocetos deben iniciar en el entorno cercano con objetos cotidianos y ampliar paulatinamente la complejidad cuando varios de estos logran conformar un espacio o paisaje. Aparte de la práctica, la mejoría en el resultado final también es producto de la inspiración establecida con el objeto de análisis. Una empatía que permite, como cualquier práctica artística, plasmar la belleza a través del sentir personal.
En la galería de este artículo, presento una bitácora de viaje donde el dibujo trae consigo la observación y éste pide un poco de tiempo, calma, soltar el afán. Es un punto de vista humano para interpretar una obra arquitectónica sobre el papel. Es conocer una esencia, en este caso de algo, no de alguien; y tratar de despojarle de sus posibles recovecos, complejidades y saturaciones, para darle un respiro, limpiarla un poco y abstraerla. Allí la entiendes y la interiorizas.
Cada boceto ha sido el resultado de un viaje personal para sentir algo de color en el sonido de la gente al caminar, las risas, el viento y la música de las plazas, de las cuales aleatoriamente me recibían en algún lugar del mundo; sí, porque de esa forma también se empieza un dibujo, en cualquier parte de la hoja. Un encuentro con lugares icónicos de la arquitectura a través de la historia para tamizarlos dentro de un proceso creativo como expresión sensible… compartiéndome a los demás, a ustedes.
Notas
[1] María Isabel Alba Dorado, Manos que piensan. Reflexiones acerca del proceso creativo del proyecto de arquitectura, 2013, p. 200
[2] Íbid., p. 199
[3] Íbid., p. 201
Citas
Orlando Campos Reyes. Conferencia final del Salón de octubre 2014 en la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín.
Referencias
María Isabel Alba Dorado, Manos que piensan. Reflexiones acerca del proceso creativo del proyecto de arquitectura, Valencia, 2013.
Sebastián Bayona Jaramillo es estudiante de arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia (sede Manizales) y autor de las exposiciones: “La piel y los sentidos” y “Bitácora”. Ha participado durante tres semestres de la implementación del boceto para la asignatura de expresión “Mano alzada” dedicada a los estudiantes de primer semestre de la misma casa de estudios.